jueves, 19 de noviembre de 2015

Jornadas de pesca

Mi mayor hobbie en verano, aparte de bañarme en el río, es pescar en él. La mayoría de las veces en mis ratos de pesca estoy acompañado por mi tío, un experto pescador del que he aprendido todo lo que sé. La gente piensa que la pesca es sedentaria y una actividad sin sacrificio, pero no es así: hay que madrugar y cansarte recorriendo kilómetros de cauce en busca de alguna trucha. Además de disfrutar por la sorpresa que te da una picada y por la incertidumbre de pescar o no, este deporte te permite estar en contacto con la naturaleza y descubrir paisajes ribereños adornados por las cumbres pirenaicas.
En las muchas jornadas de pesca he vivido numerosas experiencias, algunas buenas y otras malas por el riesgo que supone el crecimiento del cauce debido al deshielo o a tormentas veraniegas. Una que recuerdo siempre fue que mientras estaba cambiando de cebo por la salida del sol, vi nadar río arriba a una gran trucha que distinguí por el surco que marcaba con su gran aleta. Fue una pena no estar lanzando el cebo en ese momento y perder así la ocasión de pescar mi primera trucha de esas dimensiones.
De las varias modalidades de pesca que mi tío me ha enseñado quiero destacar la más divertida de todas, que es la llamada pesca a látigo. Aunque sea la modalidad menos efectiva en cuanto a capturas, es la que más emoción te proporciona al pescar un ejemplar. Esta técnica consiste en lanzar una pequeña mosca realizando un movimiento similar al de un látigo con la caña de pescar, ya que este señuelo es muy ligero.
Espero con emoción que llegue el verano para poder disfrutar pescando en el río Ara.

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