sábado, 27 de febrero de 2016

Infancia

¿Y quién no lo daría todo para volver a esa etapa de tu vida donde todo era de colores y tu mayor preocupación era no salirte de la línea mientras coloreabas? Y pensar que la mayoría queríamos ser mayores…, se tarda demasiado en darse cuenta de que esa inocente pero feliz época, nunca vuelve.
Todo el día de aquí para allá, de arriba a abajo, jugando con tus amigos e intercambiando cromos de futbolistas con los demás, para ser el primero en completar la colección.

¿Qué me dices de elaborar una carta durante semanas para poder elegir los regalos deseados? Nos pasábamos horas mirando y remirando los catálogos de juguetes. Y cada año, la misma la intriga… ¿qué me traerán los Reyes Magos este año? No menos emocionante era esa mezcla de nervios e ilusión cuando se te caía un diente y buscabas la cajita para ponerlo debajo de la almohada y esperar a la mañana siguiente para ver qué te había traído El Ratoncito Pérez. Qué tremenda noticia cuando te enterabas de que todo esto era “mentira”, que eran nuestros padres los responsables de todas estas emociones. Gracias, padres.

Otro de mis mejores recuerdos, de los que no se borran nunca, es el día que aprendí a ir solo en bicicleta y me quitaron aquellos ruedines. ¡Me sentí tan mayor!

Inolvidables serán las tardes que yo he pasado con mi abuelo en el parque. Éramos los primeros en llegar y los últimos en marchar, recuerdo un día en especial, que la temperatura era extremadamente baja, y allí estábamos… solos, como no podía ser de otra manera.

Hasta ahora, los recuerdos que tengo de las vacaciones son muy buenos. A veces me paso el rato tumbado, recordando a mis amigos y las cosas que nos suceden cada año y sonrío. El verano es y será la mejor época de todo el año.

Mario Modamio


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