Son incontables la cantidad de libros que se han llevado al cine. Y cierto es que hay muchas obras literarias de las que se han hecho muy buenas adaptaciones cinematográficas. Pero lo que se ve en la película solo es la punta del iceberg. No podemos ver todo lo que hay detrás, que es algo que el libro sí que nos muestra. En la película no conocemos cuáles son los pensamientos y los sentimientos de los personajes en cada momento, y nos perdemos detalles que el libro describe con mucha más precisión. Cuando lees el libro te sumerges en el mundo donde transcurre la historia, y puedes ver todo lo que se le antoje a tu imaginación. Sin embargo, en la película solo ves lo que se muestra en la pantalla.
Probablemente uno de los escritores más llevados a la gran pantalla sea Stephen King. Una de sus obras más conocidas, Carrie, ha sido adaptada al cine en varias ocasiones: la primera vez en 1976 por el director Brian De Palma, y la última vez en 2013. Carrie trata sobre una chica que es maltratada por su madre y sufre acoso escolar. Descubre que tiene poderes telequinéticos e intenta mantenerlos bajo control, sin éxito, llegando a causar mucho daño y destrucción. El libro transmite mucha más tensión y más intriga que la película. Además, la novela muestra mejor los pensamientos atormentados de la protagonista y el infierno en el que vive, tanto en su exterior como dentro de ella misma.
Lo peor de esto es que cuando se lee un libro y luego se ve su respectiva película, ésta última puede decepcionar o causar una impresión no tan buena como el libro. A pesar de ello, siempre merece la pena probar ambas cosas, pues nunca está mal disfrutar una historia desde distintos puntos de vista.
Miguel Marco Martín
Críticas de Carrie (1976)
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