Una vez allí, mis amigos y yo, con mi entrada en el bolsillo, impaciente por que abrieran las puertas y esperando a que diera comienzo el esperado espectáculo. Una vez dentro, y tras veinte minutos de espera, empiezan a aparecer los componentes del grupo en el escenario. Entre tanto bullicio, me giro y, para mi sorpresa, tenía a mi izquierda a Bono, que iba entre el público camino del escenario. Jamás contemplé la idea de poder estar tan cerca de mi ídolo. El concierto fue grandioso, uno de los mejores de su carrera.
Esto no lo leerá nadie tan influyente como para proponer a grandes artistas el venir a Zaragoza, pero me parece injusto que nadie se haya pasado “a echar un ojo”. En contadas ocasiones, bandas de la talla de The Rolling Stones o cantantes tan influyentes como Michael Jackson, si que han estado en nuestra ciudad, pero de eso ya hace muchos años.
Mario Modamio
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