La noche ya ha caído. Salgo de los vestuarios del club de fútbol. En
ese pequeño tramo de unos 10-15 minutos que hay hasta mi casa sigo la
misma rutina: normalmente me acompañan un par de amigos, pero de vez en
cuando voy solo. La verdad, me encanta pasear hasta mi casa solo, me
pongo los cascos y es como si mi reproductor de música supiera que ha
oscurecido y que quiero paz y tranquilidad. Conforme suenan diversas
canciones la memoria comienza a recordarles, extraña aquellas tardes en
el patio del colegio, aquellos cumples en el cine aunque daba igual el
lugar, lo que de verdad se extraña es su amistad. La vida te da, la vida
te quita. Sé que a veces nos vemos, pero no es lo mismo cada uno tiene
ahora su grupo. Son la razón por la cual mi infancia ha sido tan feliz,
ojalá nunca nos hubiéramos separado. Os deseo lo mejor y sé que me
recordaran con cariño, solo espero que sigamos teniendo tiempo los unos
para los otros.
Llego a casa, abro mi cartera y saco la tarjeta
de "la pandilla", miro foto a foto detenidamente y el vacío que dejaron
se hace un poco más grande. En ese momento es cuando veo que tampoco
estoy solo, que sigo rodeado de buenos amigos y le doy las gracias a
cada persona que ha entrado en mi vida, porque me alegran cada día. La
reflexión que saco es que vayas donde vayas siempre harás amigos, eso
sí, nunca olvides a los que se han ido porque te han hecho feliz una
parte de tu vida y han gastado tiempo en ti, se merecen recordar con
cariño cada momento vivido con ellos, con los viejos amigos. Todo esto
mientras en mi cabeza resuena la siguiente frase: " se torció el camino,
tu ya sabes que no puedo volver, son cosas del destino", a pesar de que
se haya torcido siempre podemos echar la vista atrás.
Bienvenidos a mi rincón
No hay comentarios:
Publicar un comentario